Una casa rural tranquila y acogedora

casa rural tranquila

¿Estás buscando una casa rural tranquila?Entonces has llegado al lugar indicado.

Existen diferentes motivos por los que apreciamos el turismo rural. Por supuesto, amamos el contacto con la naturaleza, ver nuevos (y bellísimos) paisajes, avistar fauna silvestre y descubrir procesos que no existen en la ciudad. También porque necesitamos sentirnos libres, respirar aire puro y comer sano. Unos buscamos actividades en la naturaleza y deportes de aventura. Otros, calma y serenidad, dentro y fuera de nosotros.

Si eres de este último grupo, La Casa de Los Moyas te encantará. Nuestra casa rural tranquila está situada en el fondo del pequeño valle de Olba, entre las sierras turolenses de Gúdar y Javalambre.

Y, sin temor a exagerar,  te diremos que es un pequeño y desconocido paraíso de naturaleza salvaje que ha florecido gracias a las aguas del río Mijares. Una casa rural para estar tranquilo en el bosque y junto a un río. ¿Te imaginas?

Si cruzas el puente desde el pueblo (Olba), llegas al antiguo barrio de Los Moyas (aquí llamamos barrios a lo que en otros lugares aldeas o caseríos). El barrio de Los Moyas –el más cercano al pueblo- tiene 8 casas actualmente. Teniendo en cuenta que todo el valle de Olba tiene 228 habitantes censados, podéis haceros una idea de lo relajado y desconectado que se está…

Slowlife, la vida sosegada en nuestra casa rural tranquila

Además, en La Casa de Los Moyas, tenemos un arma secreta para los amantes de la paz y la tranquilidad. Dos espacios singulares donde recuperar el ritmo pausado y reencontrar la introspección: la era y la gruta. Pero no queremos privarte del descubrimiento de las sensaciones que tendrás cuando estés en nuestra casa rural tranquila. Es una de las sorpresas que le esperan a nuestros visitantes.

Cuando nuestra familia llegó al caserío de Los Moyas  en 1988, todas las construcciones estaban abandonadas. Rehabilitamos la primera de ella nosotros mismos, con nuestras propias manos, invirtiendo mucho tiempo y dedicación.

Lijar, barnizar, limpiar, enlucir, pintar, limpiar otra vez… tal fue la dinámica de nuestros fines de semana y veranos durante años. A cambio, gozábamos de una libertad y un contacto con la naturaleza únicos. No teníamos televisión, ni teléfono (los móviles apenas se empezaban a ver, y la cobertura se encontraba en Los Moyas de forma escasísima y en puntos estratégicos y variables).

Hoy es una satisfacción ver que, poco a poco, la mayoría se han re ocupado, con habitantes permanentes y estacionales que han dado una segunda vida a este pequeño rincón del universo, que hoy es una casa rural tranquila para escaparse del mundanal ruido.

Aquí hemos descubierto el encanto de los lugares pequeños, del contacto con una naturaleza que nos sana, el placer de la vida sencilla.

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